Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nos enteramos de que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer es que ójala no fuese necesario celebrarlo. Ójala y todas las mujeres fuesen tratadas desde la igualdad. Nos viene a la cabeza ese anuncio que dice «¿sabes si el café que te estás tomando lo plantó un hombre, o una mujer?» Pues ni idea y, como dice el anuncio, realmente no importa.
Ser mujer es algo grande. Y eso intentamos inculcar a nuestras hijas diariamente. Somos importantes, somos relevantes y no desde el feminismo excluyente, sino desde la capacidad más objetiva. Una mujer puede hacer todo lo que se proponga. Basta con teclear en Google, «mujeres pioneras» y encontrar la historia de tantas que creyeron en ello. Olé por ellas.
Cuando hemos preguntado en nuestro entorno qué les evoca esto de Día Internacional de la Mujer nos han hablado de derechos y deberes, de la magia de poder dar vida, de ser el motor de la familia, de educar en la igualdad, de la lucha por salir adelante, nos han hablado de intuición, fortaleza… Nos ha venido a la cabeza los microcréditos que se otorgan a las mujeres en los países en vías de desarrollo. Sólo se les conceden a ellas y es que son ellas (y no ellos) las que invierten ese dinero en un pequeño negocio que les permite mantener a su familia.
Nos acordamos de esas mujeres inmersas en relaciones dañinas que las deja cegadas para ver esta verdad: nosotras somos importantes. Todas nosotras.
Eduquemos a nuestras hijas en el amor propio y en la seguridad en ellas mismas. Recordémosles día tras día lo importante que son como personas, cuánto valen y cómo deben creer en ellas mismas. Y a los niños en la corresponsabilidad en cualquiera de las tareas que se generen en la vida familiar. De cajón, pero no lo dejemos. Queda camino y hay que ir construyéndolo desde ya.
Con este post no aportamos nada más que nuestro granito de arena a ese orgullo femenino que queremos que tengan todas las mujeres y que queremos enseñar a todos los hombres. Ese orgullo de «yo puedo». No somos mejores, no somos más importantes simplemente somos igualmente capaces, en algunos casos incluso complementarias, pero siempre a lado de ellos, nunca detrás.
Feliz día.
Eva y Teresa