Pues sí, volví a Formentera. Lo reconozco, soy de esas que ven dos veces la misma serie en vez de empezar una nueva, de esas que siguen escuchando la misma playlist que crearon hace 5 años y de esas que tardan años en cambiarse la foto de perfil de WhatsApp. Y no porque no sea atrevida, ¡para nada! Me tiro de cabeza a nuevos planes y oportunidades y me dejo llevar por impulsos, lo que pasa es que lo que me gusta, me encanta, y Formentera entra en esa élite de cosas que podría hacer cada día sin cansarme.
Formentera, qué te voy a contar de la isla de las maravillas que no sepas ya. Estoy enamorada de ella, de sus playas, de sus rincones, de sus mercados de artesanía, de su gente. Me parece que cualquier época del año es buena para ir, y después de mil artículos y guías de viajes de Formentera en verano, te voy hablar de ella en Otoño. “¿Te has vuelto loca?”, quizás, pero no por esto. Los dioses del clima son benévolos con esta pequeña isla y nos regalan un invierno templado, con poca abundancia de lluvias, además, la temporada de verano se alarga en septiembre y octubre.
Esta vez fui un fin de semana y volví el lunes. La maleta más llena que la última vez y con mi hermana como compañera. A ella le encanta el senderismo, así que sabía que la podría convencer si le hablaba de las rutas verdes de Formentera. El sábado fuimos a Sant Francesc Xavier, capital de Formentera, y de allí, siguiendo una ruta ya establecida, dirección Es Mal Pas. Es una excursión de nivel fácil y se puede hacer en bici o a pie. Nosotras preferimos ir andando y ponernos al día. Llegas a la playa Migjorn. Yo, como os decía que soy una persona atrevida me metí entera, ¿lo veis?, repito destino pero me baño entera.
Descansamos de la ruta mientras hacíamos la fotosíntesis entre rocas y arena, y revisamos un poco nuestras redes sociales por si alguien había interaccionado con nuestra publicación sobre Formentera. Double check: todo un éxito.
Volvimos al apartamento, nos cambiamos y decidimos salir a cenar y disfrutar de la gastronomía de la isla. Yo intenté ir de experta y recomendarle lugares para cenar, pero se me escapó un pequeño detalle: la primera quincena de octubre (y también de mayo), se celebran los Fines de semana gastronómicos, que básicamente son menús diseñados especialmente para la ocasión, con cocina típica/tradicional a un precio cerrado al que se unen los mejores restaurantes de la isla.
Domingo madrugón y visita por todos los lugares pendientes que nos quedaban por visitar de la isla. Es Caló de Sant Agustí, Ses Platgetes, El Pilar de la Mola y el Faro de la Mola, nos ocuparon toda la mañana. Comimos por allí, ya que no queríamos sentarnos, comer y apalancarnos. Desde el Faro de la Mola videollamamos a nuestros padres que llevaban todo el día preguntándonos qué tal iba y con la calma que llevábamos en el cuerpo ni nos enteramos.
Por la tarde seguimos en dirección opuesta, hacia el Cap de Barbaria y la Cova Foradada. Cómo sabía que durante el día iba a hacerme muchísimas fotos, decidí ponerme mi vestido favorito, uno largo, fino, rojo, con la espalda descubierta que con el viento se movía de un lado al otro. Así que yo, la que nunca se cambia la foto de perfil, en un solo día ya tenía unas cuantas opciones para elegir.
Nos quedamos a ver uno de los mejores atardeceres del mundo por la zona y al caer la noche volvimos a nuestro apartamento para hacer las maletas, que por mucho que rezáramos para que el tiempo se detuviera, al día siguiente nos volvíamos a casa y más valía dejarlo todo preparado.
Pero aún teníamos la mañana del lunes para aprovecharla y la destinamos al mercado de Sant Francesc Xavier, que abre de Mayo a Octubre, aunque en Formentera hay mercados de todo tipo durante todo el año. Fue una buena forma de despedir el fin de semana largo de hermanas. Volvimos siendo hermanísimas y nos quedaron nuevos recuerdos grabados en la mente, de esos que cuando vuelven piensas, ” jo, ¡qué felicidad!” y quieres volver a Formentera de nuevo.
Fuente: Houdinis