El distrito de Chamartín se pone las pilas y se sube a un carro foodie donde un buen puñado de referencias avalan escaparse al norte, poniendo la zona de Hispanoamérica en el mapa a costa de unos cuantos restaurantes donde guiños con estrella, cocina mexicana y el concepto tabernario llevan la voz cantante.
Con el final de la calle Príncipe de Vergara como arteria principal, la ‘americana’ zona de Colombia y su consecución de plazas, desde la de Ecuador hasta la del Perú, pasando por la de República Dominicana, se han convertido en un epicentro gastro que además anda bien surtido de terrazas y que merece poner rumbo al norte en cualquier momento del año.
‘IZTAC’, MÉXICO LINDO Y SABROSO
En un Madrid que a veces anda justo de mexicanos de calidad, a pesar de su abundancia, encontrarse con lugares como Iztac es una reconciliación, taco mediante, con una cocina mexicana que realmente tiene raíces, sabor y no por ello deja de ser divertida.
A modo de viaje, la carta de Iztac pretende replicar buena parte de los estados mexicanos, demostrando que en la vida del taco hay hueco para nuevas tentaciones, muy veraniegas algunas como el Aguachile de camarones con recado negro o sus Chopitos petroleros —no te asustes, no es la Exxon Valdez, es un flambeado con tequila—.
Entre tortillas, imprescindible apostar por los tacos (no te vayas sin pedir el árabe, a base de lagarto de cerdo ibérico marinado con hierbas aromáticas y una salsa chipotle que te encandilará). Además, deja hueco para el postre con la rotundidad de la Tartaleta de cajeta o el Pastel imposible, bautizado así por su creadora, la pastry chef Sohaly Ventura, que no te desvelaremos del todo.
Dirección: Plaza República del Ecuador, 4
Web Iztac / Instagram
Precio medio: 40€
‘EL LINCE’, LA TABERNA DEL ESTELAR JAVI ESTÉVEZ
Tras años seduciendo a Madrid con su casquería fina desde La Tasquería —merecida estrella Michelin—, Javi Estévez se anima a abrir un segundo local en la capital. El punto de partida, El Lince, un antiguo bar enclavado en Príncipe de Vergara al que da nuevos aires a costa de una propuesta de taberna, de picoteo y de informalidad que pone un puntito más salsero a la zona.
“No es La Tasquería”, avisa Estévez, pues aunque sus guiños a la casquería siempre están presentes, El Lince no pretende emular a su ‘hermano mayor’. Eso no quita que las mollejas, la oreja a la plancha (con salsa brava, lima y tajín) o el guiso de morros, pata y callo no sean casi de obligada demanda.
También borda la croqueta —de cecina, en este caso— y la ensaladilla rusa en forma de paloma (con una corteza de cerdo) no se queda atrás. Creciente oferta de vinos, varios espacios muy divertidos entre mesas altas, sala y terraza, y la garantía de la coctelera Nagore Arregui al mando de la oferta de vinos y tragos son justificaciones suficientes para almorzar, comer o cenar en El Lince.
Dirección: Príncipe de Vergara, 289
Precio medio: 35€.
‘SAGRARIO TRADICION’: VIENES POR LA CROQUETA Y TE QUEDAS POR LO DEMÁS
Convertido en lugar de culto —no ya en la zona, sino en Madrid— por su oferta de vinos (muchos naturales y muchos extranjeros difíciles de encontrar), Sagrario Tradición es un restaurante que por fortuna es difícil acotar.
Es cocina de mercado, pero también es creatividad con una buena dosis de inconformismo que siempre repite un patrón: sabor, sabor y sabor. A base de una cocina intensa, este luminoso local en una plaza poco concurrida de la zona -atención a los que busquen paz veraniega y terrazas abiertas-, donde bailan igual de bien los guisos más clásicos con la frescura de la temporada.
El verano avala la presencia del Ajoblanco con espárrago blanco o el Salpicón de bogavante con alubias blancas (seguro que nunca habías comido alubias así), aunque ello no signifique dejar atrás sus Croquetas de entraña argentina o, si somos arroceros, un Arroz meloso con pilpil de almejas que hace que la nostalgia del mar sea solo un recuerdo.
Dirección: Plaza de Valparaíso, 3
Instagram / Web Sagrario Tradición
Precio medio: 40 euros
HUERTA Y CAZA EN ‘DESENCAJA BISTRÓ’ DE IVÁN SÁEZ
Dos veces vamos a mentar a Iván Sáez en este listado porque es, gastronómicamente, el auténtico ‘King in the North’. Primero con Desencaja, al que ahora desvelamos y su niña bonita gastronómica, donde oficia con más lucimiento y saca a relucir su talento culinario con recetas clásicas.
Abanderado de la caza y de las carnes, Sáez ha consolidado el restaurante con una propuesta en la que lo vegetal también tiene cabida al ritmo de espárragos, alcachofas, guisantes o tirabeques, además del buen punto que le da a los pescados.
Con uno de los menús degustación más competitivos de Madrid (entre 43 y 59 euros), Desencaja es un oasis de la buena mesa, de beber bien y de no dejar la cartera tiritando en cualquier momento del año.
Dirección: Paseo de La Habana, 84
Instagram / Web Desencaja Bistró
Ticket medio: 45€
‘LA TAJADA’, ARROCES PARA TRIUNFAR Y PICOTEOS PARA COMPARTIR
No catalogamos a Sáez como ‘King in the Norte’ por casualidad. Antes de que la zona se pusiera de moda ya aterrizó con Desencaja y luego consolidó con La Tajada, su propuesta más informal con una cocina sabrosa, cercana y que permite lujos como comerse un arroz de carabineros o de prendarse de las Alitas deshuesadas con salsa agridulce de chiles, un auténtico vicio.
Con una pequeña terraza y perfecto para alargar aperitivos y quedarse a comer, La Tajada es la honestidad de Iván Sáez en un ticket medio que permite comer de maravilla por menos de 30 euros —casi como encontrarse un unicornio en según qué Madrid—.
Sus callos también son parada obligada, como la ensaladilla o las croquetas. Muy cercano, siempre muy demandado, La Tajada es la opción perfecta en la zona para alternar en grupos grandes —o para ir en pareja sin dejarte un pastón— y con la garantía de una cocina sabrosa y reconocible para no fallar nunca.
Dirección: Ramón de Santillán, 15
Ticket medio: 30€
‘CACHIVACHE TABERNA’, EL INFORMAL DE LOS CHICOS DE SALINO
A Javier Aparicio puede que le ubiquemos más en la formalidad de Salino o en la concurrida barra de La Raquetista, templo de los torreznos en Retiro, pero en Hispanoamérica tienen también una punta de lanza de un restaurante tranquilo y que lleva años siendo place to be por los vecinos de la zona.
La cocina, como sucede en Salino y La Raquetista, es una apuesta por el producto, por la frescura y por respetar los puntos de todo lo que sale de sus fogones. La carta es ecléctica, con guiños internacionales y fiel a los sabores potentes que permiten volver una y otra vez.
Su ensaladilla rusa —coronada con gambas— merece un monumento, pero también los Tacos al pastor con cerdo ibérico y piña ahumada. No dejes atrás sus cocas (la de calabacín, beicon y queso San Simón es un placer orgiástico) o la rotundidad de su Albóndiga de butifarra. Cocina honesta, amplia, bien ejecutada en un local coqueto y también de grandes dimensiones —terraza incluida— que permite bailar al son de bravas, torreznos y propuestas creativas con un precio muy tolerable.
Dirección: Serrano, 221
Instagram /Web Cachivache Taberna
Ticket medio: 35€
‘CASA ORELLANA’, VIENTOS DEL SUR PARA ALEGRAR EL NORTE
Otro de los migrantes que se han dado cuenta de que el norte también tiene ganas de comer bien, casi en una migración literal, pues Casa Orellana, al que ponemos cara por su primer emplazamiento en Salesas, también replica su éxito en la zona de Hispanoamérica.
Lo hace con los mismos mimbres con los que Guillermo Salazar, chef sevillano, ha conquistado la capital desde esta casa de comidas de tintes andaluces donde el Mollete de pringá de ibérico o las Croquetas de rabo de toro son ya santo y seña.
Cazón en adobo, Atún con tomate picante o las Carrilleras de ibérico al palo cortado forman un tridente que también nos ata a estas mesas, tanto altas como bajas, que además ofrecen sus raciones en enteras y en medias, ideales para compartir y para recorrerse toda la carta sin dejar palo sin tocar. Mención especial a sus vinos, con una carta amplia, y al propio vermut del que disponen, otra de las anclas con las que sus aperitivos conquistan Chamartín.
Dirección: Plaza de la República del Ecuador, 2
Ticket medio: 40€
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‘MARZEAH TABERNA’, GAMBERRISMO ILUSTRADO
A cuatro pasos del Parque de Berlín, pulmón verde de la zona y frecuente tránsito, el chef Sergio Guijarro ha visto la posibilidad de viajar desde el plato con una cocina tabernaria, muy informal y cargada de buen rollo que trae Asia a mesas y barras con la misma potencia.
Es el terreno para ver que lo chino y lo japonés —y también algunos viajes latinos— pueden bailar con lo castizo desde la originalidad, lo asequible y lo disfrutón para todos los públicos. Aunque la carta es amplia y fácilmente compartible, estamos seguros de que hay platos en los que no querrás que metan la cuchara tus compañeros de mesa.
Por suerte, hay opciones como las Gyozas de chipirón con salsa de pimientos rojos o el Bao de panceta al estilo momofuku que premian la individualidad. Al cuchareo, un Ramen a la madrileño con base de cocido y aprovechamiento que no entiende de estaciones o las Lentejas al mole poblano. Sus postres, por obra y gracia de La Chica —no es que no sepamos el nombre, es que quiere que nos refiramos a ella así— van cambiando a diario y ya de por sí merecen la visita.
Dirección: Príncipe de Vergara, 202.
Instagram / Web Marzeah Taberna
Precio medio: 30€
‘EL DEL MEDIO’, UNA CASA DE COMIDAS QUE SABE IR MÁS ALLÁ
Casi como una sorpresa, enclavado en un callejón de la concurrida calle Costa Rica, El del Medio es la propuesta con la que Alberto González, un joven chef que aún no ha saltado a los focos y al mediatismo, sorprende con un restaurante que también lleva casi un lustro como referente de la zona.
Con la consciencia del que sabe que la zona es de pico fino, pero con la valentía de atreverse a salir de lo común, su cocina es fiel a sabores tradicionales pero no se resiste a la innovación —controlada— como la que pone en mesa al Saam de rodaballo con kimchi o a unos Pappardelle con setas y crema de foie que firmaría cualquier italiano sobre la propia bandera.
Muy fácil de compartir, abundante en entrantes —los Buñuelos de brandada de bacalao son ese primer paso para lanzarse a toda la carta— y una devoción por los pucheros y el chup chup son pruebas de que Alberto González sabe lo que hace, de cómo conquistar a Madrid y de cómo se puede gastronomizar la zona sin aspavientos.
Dirección: Costa Rica, 28
Ticket medio: 45€.
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Fuente: Madrid Diferente