Ginebra es (además de un nombre precioso que reservo para mi próxima hija) una de esas ciudades infinitas en las que siempre queda algo por descubrir. Como ya os habrán contado, lo mejor es hacerse con el Geneva City Pass. Los hay de 24, 48 o 72 horas, según el tiempo y las ganas de que dispongas, pero uno de los tres tienes que coger sí o sí si no quieres hacer el primo dando vueltas sin ton ni son. Esta vez os cuento la opción de 48h. Dos días saben a poco, pero son suficientes para darte cuenta de que necesitas volver.
Mi recomendación es que te inscribas en el “Go Running Tour” y recorras la ciudad mientras haces deporte y te ganas la comida, la merienda y la cena que sin duda van a caer a continuación.
Puedes acabar la ruta reponiendo fuerzas en “Genève-Plage“, un frondoso parque de dos hectáreas a orillas del lago de Ginebra, a solo 10 minutos del centro, donde podrás comer bien y sin remordimientos.
Como a estas alturas ya has cuidado el cuerpo y el estómago, la siguiente parada puede ser para la mente y el alma, en la Fundación Bodmer, que alberga papiros, manuscritos medievales y documentos arqueológicos que van desde la civilización egipcia hasta manuscritos de Dante y ediciones originales de Shakespeare.
Y para rematar, súbete al teleférico del Salève para disfrutar de las increíbles vistas y cenar en el restaurante del Mont-Salève, otro espectáculo.
Vamos con el segundo día. ¡Que una no compra el City Pass si no va a amortizarlo! Hoy te recomiendo empezar por el barrio internacional: el Palacio de las Naciones, la “Broken Chair” o el CICR. Y luego nos vamos al casco antiguo, a visitar la Catedral de San Pedro y su yacimiento arqueológico. Vale la pena subir los 157 peldaños de la catedral para contemplar la ciudad desde lo alto. Y no pongas excusas porque no hacerlo sería como volver de Barcelona y no haber entrado a la Sagrada Familia.
Tic, tac, tic, tac… Si hablamos de puntualidad, Inglaterra, pero si hablamos de relojes, no hay duda. En Geneva tienes que visitar el Patek Philippe Museum; pura historia de la relojería, desde el siglo XVI hasta la actualidad. No sé si algún día podré comprarme uno de esos, pero con pasar una tarde ahí me conformo. Una maravilla, de verdad.
Y ya que has llegado hasta aquí, te recomiendo embarcar en el Crucero de la Sirena, con el que conocerás los lugares más bonitos del lago de Ginebra, como el famoso Jet d’Eau, el edificio de las Naciones Unidas, el Castillo de Bellerive y la mítica estatua de la sirenita.
¿Qué me dices, que viajas en diciembre? ¡Haber empezado por ahí! Si puedes escaparte en época navideña alucinarás con el Mercadillo Navideño de Ginebra; elfos haciendo juguetes de madera, árboles, todo tipo de luces y decoración, fondue de queso, chocolate caliente y hasta un tiovivo para los más pequeños. Lo más parecido a viajar a la casa de Papá Noël pero mucho más barato y menos frío que Laponia.
Y si puedes hacer que coincida con el segundo fin de semana de diciembre (no es por dar ideas pero hay un acueducto ahí que te está llamando) no te pierdas el festival histórico l’Escalade, que conmemora la victoria de los genoveses contra el Duque de Savoya en 1602, y que desde entonces celebran familias enteras con trajes medievales, hogueras y antorchas y canciones tradicionales en la calle que rememoran esa fecha clave en la historia de la ciudad.
Vale, ya tenemos nuestra lista de imprescindibles para un fin de semana en Ginebra… ¿o no?
¿No tienes la sensación de que te falta algo? Algo delicioso, dulce y apetecible a cualquier hora… ¿De verdad te ibas a ir sin probar lo mejor de esta ciudad? Ya te dije que empezaras con el running ayer por la mañana porque si vas a Suiza, hacerte con un Choco Pass es casi tan inevitable como que te toque volar con un bebé berreando en el avión. Con él podrás probar diferentes platos degustación en las mejores chocolaterías de Ginebra. Irresistible, imprescindible e imperdonable no volver a casa con calorías extra traídas directamente de la meca del chocolate.
Ahora sí, busca la tarjeta de embarque y asegúrate de no haber añadido peso en tu maleta (tranquilo, solo pesan la maleta) y ya puedes volver a casa con la tranquilidad de haber tachado Ginebra de tu lista de imprescindibles.
Otra cosa es que te hayas quedado con ganas de volver… nunca dije que 48 horas fueran suficientes.
Fuente: Houdinis