Raffaele acaba de reunir su montoncito de grano, que le servirá de provisión para todo un año. Como no quiere que le pillen desprevenido, lleva días durmiendo en el campo, lejos de todo el mundo, a la espera de que llegue el viento y le ayude por fin a separar los granos de trigo de la paja. Pero el viento no aparece. Solo Angelino viene a visitarle cada día, haciéndole sentir menos solo. Tal vez un día, cuando sea mayor, Raffaele le preste su indomable yegua y consiga por fin montarla. Pero Angelino no tiene intención de esperar.
Fuente: madridcultura.es