Cómo se debería elegir una carrera para no acabar arrepentido

Queda poco para las pruebas de acceso a la universidad (EBAU, EvAU o selectividad para los más antiguos del lugar) y una vez superado dicho escollo cientos de miles de alumnos tendrán que enfrentarse a una de las decisiones más trascendentales de la vida: elegir carrera universitaria.

El principal problema de una elección errónea es el coste de la oportunidad, ya que los años perdidos no se recuperan. Pero además mucha gente sigue adelante porque no sabe que el tiempo perdido es un coste hundido y continua arrastrándose por una vida profesional insatisfactoria. Lo ideal es hacer una elección razonada para evitar arrepentimientos.

No centrarse solo en «lo que gusta»

Vivimos en una sociedad en la que se potencia mucho el «haz lo que te gusta». Y esto lleva a desempeños profesionales que en principio deberían ser muy satisfactorios pero en realidad no lo son tanto. Porque en la vida no se es feliz únicamente por un trabajo que guste sino que existen otras variables, como la estabilidad, el dinero o la salud.

Un ámbito que entre dentro de «lo que gusta» pero que únicamente proporciona contratos temporales y salarios ridículos desmoraliza y muy rápido. Por tanto solo recomendaría esta vía a quien venga de una familia acomodada que sabe que tiene una red de seguridad grande para reinventarse o simplemente vivir de otras fuentes de ingresos.

Ojo que existen también carreras «que gustan» con buenas salidas laborales pero también insatisfactorias en el ámbito personal: por ejemplo hay empleos que en los que se trabajan largas jornadas o con guardias y esto a mucha gente le impide llevar una vida cómoda.

Tampoco ir a por la carrera que más dinero paga

La opción contraria es ir a por la carrera con mayores salidas laborales, pero tampoco es la mejor idea. Algo que no satisface individualmente es muy duro de sobrellevar. Y el trabajo es algo que se hace muchas horas al año.

Por tanto elegir solo por el dinero no es la mejor de las ideas. Máxime cuando el ranking cambia radicalmente en no tanto tiempo. Un ejemplo es la moda de hacer Fisioterapia a finales de los años 90, porque se suponía que había mucha demanda. Fue tal la moda que era la nota de corte más alta en muchas Universidades. Y sin embargo en las últimas encuestas de inserción laboral de universitarios daban unos sueldos ridículos, de los más bajos.

Buscar un equilibrio

La solución a este dilema es fácil de explicar pero difícil de implementar, como casi todo lo importante en la vida. La elección de carrera debería ser una combinación de cuatro cosas: algo que sea agradable de hacer, algo en lo que se sea bueno, algo que cuente con cierta demanda de la sociedad y algo que permita llevar el estilo de vida que queremos. Si logramos conjugar las tres cosas la elección será buena: proporcionará satisfacción, seremos valorados como profesionales, se pagará bien y podremos llevar la vida que queremos.

Digo que es más fácil de explicar que implementar porque a los 17-18 años no está claro todo lo que sabemos hacer bien y tampoco si realmente algo nos gusta por el rimbombante nombre de una carrera. Lo de la demanda de la sociedad se puede estudiar, pero claro, esas cosas cambian como hemos visto con Fisioterapia. Saber el estilo de vida que permite llevar una carrera no es fácil, pero hay que plantearse si trabajar muchas horas es agradable, si trabajar al aire libre o dentro de una oficina, si queremos tener guardias, jornadas rígidas o flexibles o si se quiere viajar. Todo esto es complicado de saber, pero hay sectores (funcionarios, sanidad, etc.) donde las condiciones se saben indagando un poco.

Al final hay que tener claro que si la decisión ha sido errónea lo mejor es hacer un cambio y no obcecarse en una elección que se hizo cuando todavía se era muy joven. Esta flexibilidad es, además, muy útil en otros aspectos de la vida.

Fuente: El Blog Salmón

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