Cómo tomar mejores decisiones de bolsa, ahorro y economía

En el fondo de todos los contenidos sobre economía doméstica e inversión que escribo hay un objetivo común: Aprender a tomar mejores decisiones por nosotros mismos. Porque los consejos siempre se van a quedar cortos y nunca se aplicarán a todas las situaciones. Y eso, si son buenos.

¿Invierto en esto o en aquello? ¿Cambio de trabajo o me quedo en este? El principal reto es que, cuando se trata de decisiones económicas, siempre estaremos tratando de predecir el futuro.

Si recordamos cómo los monos son mejores en bolsa que los expertos, o leemos los trabajos sobre «Predicción afectiva» popularizados por Timothy Wilson y Daniel Gilbert, nos damos cuenta de una cosa: Las personas somos terribles a la hora de predecir dicho futuro.

En serio, parece que tengamos un defecto congénito, unido al hecho de que, psicológicamente, creemos que somos buenos pronosticando, cuando en realidad somos unos ineptos.

Al fin y al cabo, cuando te sientas a estudiar Economía, te cuentan el chiste de que un economista es alguien al que pagan por predecir algo y luego alguien al que pagan para explicar por qué se equivocó. De hecho, yo aún sigo recogiendo el dinero de las apuestas de colegas y conocidos que se la jugaron a que España entraría en recesión en 2022.

¿Significa eso que estamos condenados a tomar malas decisiones sobre nuestra economía una y otra vez?

No necesariamente, si nos fijamos en cómo son y qué hacen aquellos que toman las mejores decisiones y realizan las mejores predicciones.

Porque existen, aunque no lo parezca.

Cómo tomar mejores decisiones sobre economía convirtiéndonos en «Superpronosticadores»

Imagen de bola de cristal, simbolizando que es posible adivinar el futuro más de lo que parece

El profesor Philip Tetlock estudió más de 80.000 pronósticos de 284 expertos realizados durante 20 años. Cuando calculó la efectividad de dichas predicciones, el resultado fue que acertaron apenas un poco más que el azar. Verdaderos expertos. Toda esa dedicación para batir la elección a ciegas por los pelos.

Sin embargo, Tetlock descubrió otro aspecto interesante. Como Pareto siempre parece tener razón, entre esos expertos había un pequeño porcentaje que sí acertaba sistemáticamente mucho más que el resto. Así que se puso a investigar las características de estas personas, a las que denominó Superpronosticadores.

A raíz de eso, creó también el llamado «Proyecto Buen Juicio», donde se ofrecen servicios de pronóstico, enseña sus métodos y también cómo es un buen superpronosticador.

No hace falta apuntarse a esas clases o comprarse su libro Superpronosticadores, aunque me resultó interesante. Así son los que toman mejores decisiones, incluyendo económicas, y así debemos ser nosotros, si queremos estar entre ellos.

1. Son más zorros que erizos

Esta expresión está basada en la vieja fábula de Arquíloco y se resume en que el erizo sabe mucho de una cosa y el zorro sabe algo de muchas. Eso aporta al zorro superpronosticador una ventaja: perspectiva.

En muchas situaciones, el erizo se ve cegado por su sabiduría en una cosa, cree que no tiene nada que aprender y se equivoca, incluso dentro de su campo de experiencia, a causa de esto.

O bien, su perspectiva limitada le hace ver la casa por un solo lado, y no de manera completa.

Como dice el proverbio: «Para quien tiene un martillo, todo son clavos». Los economistas tendemos a ver motivos y soluciones económicas a todo, incluso cuando no pintan nada. O esos ingenieros de Silicon Valley, que resolvieron un problema técnico difícil y son ricos por eso, se han creído los susurros de su orgullo y piensan que también pueden resolver problemas políticos o sociales, que se salen de su círculo de competencia.

Así les va cuando se estrellan contra la compleja realidad que requiere conocimientos que se salen de su ámbito, o se dan cuenta de que son muy buenos en una cosa, pero eso no se traslada al resto de campos. De hecho, quien es excelente en algo, lo ha sido normalmente a costa de desatender lo demás, dejando claro enseguida que no saben nadar apenas fuera de su piscina.

Otro aspecto importante es que el zorro es pragmático. Se centran en lo posible y lo que dará resultado, sin dispersar su energía prediciendo lo inútil.

Así pues, es hora de tener inquietudes y aprender, porque los polímatas, al estilo del Miguel Ángel renacentista, toman mejores decisiones.

2. Consideran los aspectos generales del problema antes que los detalles

He aquí un ejemplo del libro de Tetlock para explicarlo mejor. Se trataba de averiguar si una familia italoamericana, descrita en detalle, tenía perro o no.

En ese caso, lo primero que el superpronosticador es buscar datos generales y abrir el campo de probabilidades, antes de enfocarse en detalles.

Así, busca inicialmente:

  • Cuántas familias americanas tienen perro en general.
  • Cuántas de ellas son italianas, etc.

Y con esa generalidad analizada, ya entra a revisar los detalles concretos de esa familia sobre la que debe decidir:

  • ¿Tienen niños en esa casa?
  • ¿Cuántos?
  • ¿Es un piso o una vivienda unifamiliar? Etc.

Es decir, que antes de enfocarse en los árboles, echan un vistazo al bosque.

3. Diseccionan las decisiones y consideran los sesgos cognitivos

Imagen de piezas de puzzle, mostrando que hay que diseccionar los problemas en sus partes

Los superpronosticadores saben algo que repetimos aquí a menudo: las personas tenemos muchos sesgos cognitivos, puntos ciegos y «fallos» que nublan nuestra capacidad de ver las cosas de manera objetiva.

Por eso, separan el problema en partes, si pueden hacerlo, y se preguntan si estarán cayendo en alguno de los sesgos más comunes.

El problema es que esto requiere del material más escaso en el planeta: la humildad. Un requisito también para cultivar la siguiente característica necesaria a la hora de tomar excelentes decisiones.

4. Siempre buscan datos nuevos para revisar constantemente sus creencias

Quien toma mejores decisiones está buscando todo el rato nuevos datos hasta la hora señalada y se pregunta si lo que cree es correcto. Los «expertos» que fallan constantemente lo tienen todo claro desde el principio.

Un superpronosticador reduce riesgos, toma nuevos datos y corrige en un proceso repetitivo de ensayo y error, con mejoras incrementales. Un tipo aburrido, vamos, pero un aburrido que suele conseguir grandes rentabilidades.

Pero si retar con humildad a nuestras creencias es difícil, ahora viene lo más complicado para convertirse en un superpronosticador.

5. Tienen en cuenta la visión opuesta

De manera que, a la hora de valorar una decisión, se ponen en la piel de los que opinan lo contrario a lo que están pensando y examinan los méritos que puede tener.

Luego los aplicarán o no, pero los examinan con sinceridad.

En serio, al parecer, esas personas existen.

6. No caen en la falsa ilusión de certidumbre

Es decir, que entienden que no hay nada seguro y es necesario pensar y decidir en términos de probabilidades (como ya vimos que hacían los campeones de póker), negándose a realizar afirmaciones categóricas.

Si recordamos, esta es una de las características opuestas a la que hará que nos elijan como políticos, pero no tocar esa política ni con un palo puede ser otra excelente decisión en sí misma.

7. Son prudentemente decisivos

Un superpronosticador entiende el enorme poder del timing.

Es por eso que, cuando llega la hora de la verdad, se deciden con lo que tengan, porque una decisión correcta, en el momento inadecuado, no sirve de nada.

8. Aprenden de la experiencia pasada

No importa si tuvieron éxito o no, ellos hacen bueno el proverbio incómodo: «De todo se aprende».

9. Hacen preguntas precisas

Gente levantando la mano para preguntar, porque los superpronosticadores las hacen siempre

Con la intención de sacar a la luz lo que ignoran, aunque eso implique reconocer que no saben algo o levantar la mano en una habitación donde nadie parece hacerlo.

10. Se lo cuestionan todo, especialmente, las fuentes

Alguien inteligente, también lo es como para comprender que los asuntos importantes son siempre complejos y no todos los datos son ciertos.

Por eso, también miran constantemente las fuentes de esos datos y la certeza de las cosas.

El problema de ser un superpronosticador

El problema es que todos creemos serlo, mientras que un superpronosticador de verdad no lo piensa especialmente.

Buena parte de estas diez características van en contra de las inclinaciones y las tendencias humanas habituales, muy influenciadas por una emoción que el superpronosticador trata de dejar en la puerta.

El problema, de nuevo, es la humildad. Que hoy los que más hablan y opinan son los que más tienen que callar. Que tomar decisiones importantes sobre el futuro implica reconocer las limitaciones y que siempre habrá una posibilidad de fallo, aunque hayas hecho la mejor elección posible.

Sin embargo, si trabajamos de manera honesta estos atributos, tomaremos las mejores decisiones sobre nuestra economía y sobre cualquier cosa. Y fallaremos, pero, especialmente cuando hablamos de dinero, este es un juego de números. Lo importante es que no se pinten de rojo.

Fuente: El Blog Salmón

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