Irlanda, la isla-hogar – Houdinis

Si Irlanda fuese una persona sería como esa madre de Galway que te prepara un delicioso desayuno antes de verte montar en el barco de vapor a través de la ventana. Como esa pareja que te abraza con muchos besos pero te deja ser independiente. Alguien al que siempre puedes volver para arroparte pero también dejarte ir, como el mejor poema de sanación. A veces, es también un barman asomado a la barra de un pub que cuenta un buen chiste, un humorista que se ríe de la vida gris o una tejedora de jerséis de las islas Aran sumida en sus labores junto a una taza de té caliente.

Cassidy's Pub and Restaurant, The Burren

Irlanda es un reflejo de sus habitantes, una extensión de la hospitalidad, de tantas almas como experiencias existen más allá de Dublín, la puerta de entrada a ese hogar-isla. En Irlanda del Norte descubrirás la Calzada de los Gigantes, hecha de tantas columnas de basalto como riñas tuvieron aquel gigante de Irlanda y ese otro de Escocia. Gigante, como el espíritu, las grandes murallas de Derry-Londonderry o las islas celtas de Lough Erne. Y las playas, ¡ay las playas! Que aquí no sabemos si eso que se ve a lo lejos es un barco de marineros o una barca vikinga. En la costa irlandesa, los acantilados de Moher escriben un relato propio y playas como Coumeenoole, en el condado de Kerry; el aire espiritual de la playa de Keem, en la isla de Achill; o el campo de golf cuyo swing se extiende hasta el mar en Dunmore East Golf Club

Achill Island

Al oeste se escuchan los pasos de los lugareños bailando una danza tradicional. La calidez de una chimenea invita a entrar en una vivienda invadida por la hiedra y el salmón ahumado se consume en rincones secretos que hacen el amor con el Atlántico. Las carreteras se abren paso entre tierras de colores verdes, rojizos y pardos; aquel faro pinta de luz la noche, conoce a las mujeres que se convierten en seres marinos cuando nadie mira, salvo tú. Recuerda, Irlanda es una matriarca con misterios que, a veces, solo te revelará junto a un buen fuego. Y te hablará de lagos, barcazas tiradas por caballos y torres de cuento asomadas sobre un islote. La vida lenta te conquistará en el condado de Leitrim, con su paisaje íntimo, el amanecer desde los muelles de  Lough Derg o las rutas en canoa por las riberas silvestres de Shannon Blueway

McKernan Woollen Mills, Tuamgraney

Los verdes del Día de San Patricio no se limitan a un solo día y se dividen entre jardines sofisticados como los de Altamont, los festivales de senderismo en Waterford, los tréboles que crecen a los lados de esa carretera que recorres en bicicleta bajo un gran arco iris. Y cuando aceleres, una voz te dirá “despacio”, te enseñará un taller donde se elaboran las típicas pelotas de hurling antes de perderse en una cocina. 

Couple cycling through Dungarvan

“Ya está la comida”, una frase que llevabas demasiados años sin oir y que aquí los bares y tabernas entonan como el mejor refugio. Desde un plato tradicional de anguilas en Irlanda del Norte hasta el desayuno irlandés de patatas tradicionales en un pub, ostras en Connemara, carnes artesanales en una granja del condado de Antrim o una Guiness en una taberna perdida. Sí, a veces Irlanda también es una matriarca que se sienta a beber y charlar. Una pareja con la que olvidarse del mundo en una nueva intimidad. Tantos ambientes e historias. Tantas personas que, como todos esos lugares, como el mejor hogar, tienen un corazón de gigante.


Fuente: Houdinis

Compartir
Scroll al inicio