Iván Cerdán Escritor, guionista y dramaturgo
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EL nacimiento como escritor de Iván Cerdán fue casi epifánico. Y es que el motivo ulterior por el que empezó a cultivar más la prosa fue por la lectura de “¡Stop!, novela de amor”, de Fernando Fernán-Gómez. Algo parecido le ocurrió con “El abuelo”, de Benito Pérez Galdós. Una novela dialogada era algo que se adecuaba a las mil maravillas. Así es como se va perfilando el escritor, así es como suceden esas revelaciones por la literatura, gracias a Philip Roth y sus textos, “La humillación” y “El animal moribundo”, piezas que cambiaron en cierta manera su concepción de la creación. También gracias a Ana Paula Maia, Agota Kristof y Odette Elina, figuras determinantes en esta formación continua que supone el querer escribir.
“Estas tres autoras me han marcado mucho en esas descripciones breves y en su lenguaje directo. Las releo continuamente y en los cursos que imparto son siempre lecturas recomendadas”, nos confiesa Iván Cerdán, uno de los cinco protagonistas de nuestra sección de Gente, en esta edición dedicada a los escritores.
Con cerca de una decena de obras publicadas, además de guionista y dramaturgo, este con[1]sagrado escritor nos habla de su debilidad por el verso, del romance, “que quizá surgió con la poesía”, como señalaba Bukowski. La poesía es lo único que hace que no perdamos la cordura. Por eso, de un modo u otro, Iván siempre regresa a los versos, aunque nos confiesa que fue con los guiones donde comenzó a sentirse más cómodo.
“Es el guion el que me ofrece muchas posibilidades. Lo que si soy consciente es que cada vez conozco menos el género que voy a abordar. Comienzo a escribir y en ocasiones pienso que será un guion, pero acto seguido es una novela, ¿el motivo? Desconozco. Está íntimamente ligado con la posibilidad que existe de llevarlo a cabo. Un guion necesita demasiadas cosas para poder materializarse y eso cada vez se está convirtiendo en una cuestión más peliaguda”.
“A foggy day” (editorial Verbum), su última novela, es quizá la más querida. Se trata de una novela dentro de una novela. Un juego de pasiones, un equívoco constante que provoca en el lector el deseo de seguir los pasos de su protagonista, aun cuando el destino siempre le ponga la zancadilla.
“Creo que he conseguido hacer una obra cortita y entretenida, pero también destacaría mi relato ‘Verano’ -que apareció en Raíles-, un texto sobre una catedrática de teología; y la obra de teatro, ‘Elena’, una continuación libertina del ‘Vania’ de Chéjov, que se encuentra en mi segundo libro teatral, ‘Fotografías de un hombre triste’. En las tres se da una curiosa coincidencia y es que están escritas con una celeridad máxima”.
Como denominador común de sus historias: el fracaso y la decepción, siempre presentes. En algunas ocasiones con más humor que otras. Historias que ha elevado al séptimo arte, con reconocimientos como su cortometraje “Anclaje”, que recibió más de 30 premios; o “Anna”, su cortometraje preferido e igual de premiado que el anterior.
También a nivel escritura ha sido premiado el guion “Elsenor” y ha ganado concursos de poesía. Trabajador insaciable de las letras, prepara ahora varias novelas aunque siempre con la incertidumbre de so saber si verán la luz. Una de ellas se titula “En busca de Bergman al encuentro de nada”.
Y nos adelanta: “Acabo de terminar dos obras teatrales, una de ellas sobre Van Gogh; y estoy batallando con el final de otra que aborda los últimos días de Jim Morrison en París”. Un oficio, el de escritor, bonito pero difícil e insatisfactorio. “El problema de terminar textos y que a uno le gusten es responder a la siguiente cuestión: ‘Y ahora, ¿qué?’ Es una carrera tan larga y desagradecida que se pierde la ilusión y uno con los años se va haciendo más escéptico”.
Fuente: lamoraleja.com