Es célebre la frase atribuida a veces a Fredric Jameson y otras a Slavoj Žižek según la cual es más fácil imaginarse el fin del mundo que el final del capitalismo. Naturalmente se trata de un eslogan y, como todos, se alimenta a partes iguales de brillantez y de falta de honestidad. Aunque también podría servir para entender qué mensajes emiten ciertas imposibilidades, ciertos imaginarios.
Porque es falso que el apocalipsis sea tan representable y que de la apoteosis capitalista sólo nos lleguen sus instantáneas más celebratorias. Lo que sí existe es una tradición artística, literaria, filosófica y cinematográfica que toma el fin del mundo como tema, e igualmente hay un relato, de alguna manera codificado, que desde los anteriores campos ahonda en la utopía, la distopía o la ucronía.
Tal vez algunos pensadores visitan el museo con poca frecuencia, o lo hacen para verificar sus propios postulados. Durante los últimos cincuenta años han aparecido un gran número de artistas que, además de fantasear con el ocaso del capitalismo, entendieron algo más necesario: que el único idioma desde el que hacer frente a los lenguajes normativos, a las terminologías financieras y a las nomenclaturas mercantilistas era un habla que invocase la disidencia y la vulnerabilidad, un dialecto que opusiese el poder volátil e inapropiable de la poesía.
Precisamente fue una extraordinaria poeta, Adrienne Rich, quien escribió unos versos que bien pueden servirnos como guía para esta exposición. Dicen así: «el conocimiento del opresor / es el lenguaje del opresor / y sin embargo lo necesito para hablarte».
La gran fábula del capital reúne a siete artistas y colectivos (Joseph Beuys, Barbara Hammer, Marco A. Castillo, Alexander Kluge, Max de Esteban, Esther García Llovet y Leeds Animation Workshop) cuyos trabajos se inscriben en ese ʽy sin embargo’ al que alude Rich, es decir, que diagnostican o rebaten el realismo capitalista -según el término acuñado por Mark Fisher- desde sus propias fuentes alegóricas, rechazando la aspiración de éste para ser LA ÚNICA VOZ en describir, nombrar y tipificar el mundo.
Cada uno de estos artistas parte del convencimiento de que la realidad no existe más allá de aquellos consensos narrativos, ideológicos y sociales que la enuncian, y que un pulso colectivo frente sus formulaciones tampoco puede prescindir del humor, la paradoja o la tautología.
Por último, cabe destacar que esta muestra incluye obras históricas, piezas que se presentan por primera vez en un ámbito museográfico y proyectos producidos específicamente.
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Horario:
- De martes a sábado de 10.00 a 14.00 – 17.00 a 21.00 horas
- Domingo y festivos de 10.00 a 14.00 horas
- Lunes cerrado
Fuente: madridcultura.es