En Madrid, la fiesta se expande por toda la ciudad. Pero si quieres vivirla en todo su esplendor, puedes comenzar en el cielo. E ir bajando, como el mejor perreo. Nubes rosas y guirnaldas aguardan en un conjunto de rooftops simplemente ensoñadores, donde la joie de vivre se desborda a golpe de brindis y balcones a la eternidad.
Pongamos que hablo de la vista panorámica de 360º del Pestana CR7 Gran Vía, cadena adquirida por el mismísimo Cristiano Ronaldo. El vértigo no tan obvio en el rooftop del Hotel Riu o un bello atardecer desde la azotea del Círculo de Bellas Artes. Despierta la noche, seamos como Aristogatos saltando de tejado en tejado para quedarnos a solas y pedir caipiroska en Picalagartos Sky Bar, o el encanto del Ático 11, la terraza del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía. Quizás te quedes, o prefieras bajar de las alturas para descubrir todo lo que Madrid tiene que ofrecer al caer la noche.
Rococo Madrid es para los más jóvenes, las tendencias se adelantan en Club Malasaña y ahí siete plantas de posibilidades en Teatro Kapital. Recorrer las calles de Chueca hasta el amanecer, neones bien, DJs a la última en Ocho y medio, toda una insignia en Malasaña con sus sesiones de viernes y sábado, como si la gran discoteca del mundo siempre hubiera estado aquí. Las performances amenizan las noches de baile en Medias Puri, tantos espacios como ‘moods’ en Kapital y la libertad que se respira en la discoteca Teatro Barceló, a veces exótica, otras futurista. Reir mientras bailas en LulaClub, el último lugar feliz de Madrid; y una noche (o una vida) en Teatro Magno, el maridaje perfecto entre ocio, discoteca y espectáculo flamenco de la compañía de Antonio Gades, nada menos.
Pero si lo tuyo es el tardeo y piensas en acústico, las salas de conciertos conforman nuevos refugios en el Madrid más disfrutón. En Morocco Madrid se deconstruye el concepto de ocio y la diversión sin prejuicios invita a fundirse con los sonidos vespertinos de este templo para melómanos. El Teatro Eslava aúna arte, música, gastronomía y música en la calle Arenal, el ambiente es tan acogedor en la sala Búho Real que dan ganas de quedarse hasta la madrugada y Moby Dick suena a metal, urban y folk. Amplitud en Galileo Galilei, jazz en Clamores,techno en Mondo Disko y NOX Club, o la electrónica de The Bassement, el último oasis del clubbing en Madrid (e incluso nos atrevemos a decir, de Europa).
Decían que cierta ciudad al otro lado del Atlántico nunca duerme, pero creemos que no era la única. Al caer la noche, Madrid no duerme, solo se transforma, podemos ser quien queramos, bailar hasta las tantas, volver y quedarnos en un mercado. Tantos ritmos, tantos espacios, todos quieren venir aquí, Zahara, Rojuu y C Tangana, el reggaeton de allá y el urbano de acá. Inventar un cocktail de autor, vestir sin etiquetas, comenzar nuevas historias. En Madrid, la luna se acerca más.
Fuente: Houdinis