¿Sabes de qué color es el azul Formentera?

5.30 am, suena la alarma. Ducha, café, taxi, terminal. Primera parada: Ibiza. Nos vamos con una cara legañosa y radiante a partes iguales, la maleta más pequeña que tenemos y unas ganas locas de perdernos y que nadie nos encuentre. Hace un año que estamos planeando esta escapada de amigas y ni el madrugón ni el atasco que encontramos camino al aeropuerto van a arruinarnos este estado de felicidad transitoria.

Ahora, media horita de Ferry para llegar a destino: Una superficie de 83,2 km2 y un litoral de 69 km de puro paraíso solo lo encuentras en Formentera. Esta joya del Mediterráneo te roba el corazón solo llegar por sus pequeñas dimensiones y su relieve suave, que favorecen ese clima tan consistente en todo el territorio: veranos secos, inviernos templados y pocas lluvias nos esperan en este rincón del Mediterráneo.

Vista desde un Dron de las playas de Formentera, color Turquesa.

Saliendo del Ferry, en menos de media hora te puedes plantar en una infinidad de calas y rincones costeros, para dejar que el sol te acaricie la piel mientras tú te sumerges en las aguas más cristalinas que habrás probado jamás. Coge aliento para digerir tantos tonos de azul. De golpe, la isla se convierte en todo lo que estás buscando.

La vegetación mediterránea invita también a explorar zonas repletas de dunas y bosques de pino que le dan esa personalidad y aroma único a la isla. Cada rincón de Formentera tiene su propia magia. Si paseas por la isla puede que escuches más italiano que castellano o balear, ¿sabes por qué? porque los italianos empezaron a viajar a la isla siguiendo a su selección tras la victoria de la Copa del Mundo en 2006, y claro, son italianos, son avispados, así que desde entonces el turismo proveniente de Italia no ha parado de crecer. Eso sí, muchos de los barcos que se acercan a fondear a sus calas son nacionales.

Playa de Formentera, agua cristalina

Sí, Formentera es famosa por sus playas de arena blanca y aguas turquesas, pero no puedes dejar de visitar sus pintorescos pueblos para descubrir la auténtica esencia mediterránea: Sant Francesc, La Savina, Sant Ferran, Es Pujols, Es Caló y El Pilar de la Mola. Un auténtico festín para los sentidos, con sus callejuelas, sus casitas blancas y sus encantadores laberintos para perderse y que nadie te encuentre jamás. Y para festín, el que ofrece la gastronomía autóctona de las Pitiusas. Desde la ensalada payesa con peix sec, el frit de polp (frito de pulpo) o los calamars a la bruta (en su tinta), hasta el sofrit pagès (con carne y patatas) o el bullit de peix (pescado con patatas). De postre, el Flaó (pastel de queso fresco con hierbabuena), les Orelletes (dulce anisado) o la Greixonera (un pudin de ensaimada que es de morirse, resucitar y volver a empezar). Asume que vas a volver con varios kilos de más y relájate, porque vale la pena disfrutarlo.

Sant Francesc Xavier, Formentera.
Sant Francesc Xavier

Como en las mejores novelas de fantasía, bajo ese mar de mil colores, hay un tesoro escondido. En este viaje descubrí el parque natural de Ses Salines d’Eivissa y Formentera, un mundo lleno de vida que preside la Posidonia, esa planta marina esencial para el ecosistema, que ayuda a preservar la biodiversidad de la isla. Seguramente la responsable de tanta belleza. Quiero SER Posidonia.

Planta Posidonia biodiversidad en Formentera

Para volver con los mejores recuerdos y alimentar la envidia de amigos y allegados (no mientas: a Formentera se va para disfrutar, pero también para postear), no puedes perderte el Faro de la Mola, el punto más alto de Formentera. Ve con tiempo porque si te dejas fascinar por sus vistas al Mediterráneo puede que pierdas la noción del tiempo. Muy recomendable ir a ver amanecer si te gusta madrugar, (o en el Faro de Cap de Barbaria si eres más de trasnochar). 

Y para demostrar que tenemos inquietudes más allá de hacer el lagarto en la arena, el segundo día por la tarde aprovechamos para descubrir la artesanía local. Fíjate en las fechas en las que organizan mercados para poder hacerte con productos diseñados y elaborados en talleres de la isla. Desde cestas, alpargatas, joyería, textil, trabajos en cristal, cerámica y cuero hasta pintura y obras realizadas por artistas residentes en la isla. Ahí patiné con lo de la maleta pequeña porque volví cargada y al final sí que tuve que pagar sobrepeso, pero no el mío. Sarna con gusto no pica.

Faro de la Barbaria, Formentera. Mirador para la puesta del sol en Formentera.
Es Cap de Barbaria

Último día. Madrugón, taxi, ferry, vuelta a casa. En el avión ya estamos planeando la próxima escapada a esta isla mágica. Porque no somos italianas, pero una vez descubres Formentera solo quieres volver. Sarà perché ti amo. Azul si dice blu, pero me faltan muchos más tonos por aprender.


Fuente: Houdinis

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