Doce millones de usuarios hicieron viral un vídeo en el que, durante un concurso de improvisación poética, el joven escritor norteamericano Neil Hilborn recitaba su poema OCD Love, en el que desde su propia experiencia explicaba lo que significaba estar enamorado para alguien que, como él, padece un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo, OCD en sus siglas en inglés). Entre esos millones de testigos emocionados estaba la coreógrafa isarelí Sharon Eyal, que vio danza en aquella desgarradora confesión poética.
Del dolor de esas palabras, de la honestidad de aquella confesión hecha poema, nació su coreografía OCD-Love (2015), el primer gran éxito internacional de su compañía L-E-V, que creó en 2012 junto a su cómplice de vida y danza, el célebre dj Gai Behar, después de abandonar la Batsheva Dance Company, donde había sido bailarina y coreógrafa al lado de Ohad Naharin, quien ha ejercido y sigue ejerciendo una influencia notable en su modo de hacer, entender y abordar la danza.
Con la misma necesidad obsesiva del que padece un TOC, la coreógrafa inició así una serie de creaciones en la misma línea, que ya lleva tres capítulos. No son coreografías interdependientes ni una es continuación de la otra. Son distintas visiones sobre un mismo asunto, en las que cada vez explora un ángulo distinto.
Si en el primer capítulo la coreografía fluía a través de una sucesión de solos, duetos y trabajos de conjunto, en OCD LOVE Chapter II (2017), el grupo permanece en escena todo el tiempo, pero no especialmente unido. Cada bailarín desarrolla un trabajo individual, se encierra en su propio mundo, aunque avance con conciencia de conjunto. Como queriendo obligarnos a centrarnos en las emociones que a borbotones emanan de cada uno de esos cuerpos en emergencia y constante movimiento, no hay ornamentos ni distracciones. Los trajes son maillots uniformes de color neutro y todos visten calcetines negros, que parecen querer llamar la atención sobre el hecho de que siempre van en relevé.
Los intérpretes, desde que sube el telón y hasta que baja una hora después, aparecen permanentemente arrastrados por un loop indetenible y en extenuante crescendo, como si no tuviesen más opción en la vida que bailar esta danza crispada y nerviosa que a veces responde a un patrón coreográfico y a veces parece simplemente la escenificación de espasmos y movimientos desarticulados, inconexos.
Del 3 al 5 de abril de 2024
Horario: 20 horas
Fuente: madridcultura.es