Tesoros ocultos de la Comunitat Valenciana

Empezamos en Morella, uno de los pueblos más bonitos de España entera. Morella está rodeada de murallas y te invita a perderte por un entramado medieval donde todas las calles terminan en un imponente castillo. Desde la fortaleza, mirando hacia el horizonte, se ve la Sierra de Irta, con sus torres vigía oteando el mar, que son la perfecta conjunción de tierra y playa. Y si te gusta el trekking, puedes aventurarte en un montón de rutas de senderismo que finalizan en calas de belleza salvaje, con sus bosques de pinos y esa brisa mediterránea que es para quedarse a vivir en ella.

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Morella

La primera noche la pasamos en Peñíscola. Dice una leyenda que su castillo alberga un misterioso tesoro que perteneció a los templarios y que permanece oculto en algún lugar de la Sierra de Irta. Sin duda este castillo es un imperdible durante una ruta por Castellón, y desde hace algún tiempo, en sus calles encaladas susurran el nombre de una tal Khaleesi. Hasta Hollywood se enamoró de sus rincones.

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Desde Peñíscola, seguimos deleitándonos con hermosos paisajes hasta alcanzar Montanejos, con su conjunto de fuentes naturales y aguas termales conocido como “la Tailandia de Castellón”. Si no lo conoces, alucinarás con el contraste de sus aguas azul turquesa y el verde intenso de los pinos mediterráneos, que te invitan a dejarte ir, olvidándote del móvil, el reloj y hasta los zapatos. Comunión plena con la naturaleza. Y ya que has llegado hasta aquí, te recomiendo continuar hasta llegar a Chelva, el pueblo más azul de la comarca de los Serranos.

La ruta interior por la provincia de Valencia te lleva a la antigua aldea medieval de Chulilla y su Charco Azul, el gran respiro del río Turia. En esta aldea podéis disfrutar de más rutas y senderos con tanto encanto que te harán dudar de si pasar una segunda noche allí, o bien seguir el rumbo del río, y seguir descubriendo los tesoros ocultos de esta Comunitat que no sabías que tenía tanto que ofrecer.

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Chulilla

Al final decidimos seguir los aromas a cítricos y agua fresca y, sin casi darnos cuenta, nos encontramos en el punto de encuentro entre el mar Mediterráneo y la huerta valenciana, L’Albufera, reconocida en 1989 como “humedal de importancia internacional”. Vale la pena tomarse un respiro aquí y contemplar el atardecer. Estamos hablando de un parque natural de más de 20.000 hectáreas, con una biodiversidad única, una flora y fauna que quita el aliento y una oportunidad para desconectar del mundanal ruido en cualquier época del año.

Proseguimos nuestra ruta hasta el Faro de Cullera y nos adentramos en los marjales de Pego-Oliva. Entre su patrimonio destaca la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, construida en el siglo XVI. Al seguir el arrullo de los arrozales llegamos hasta Dénia, donde parece congelarse el tiempo. Dénia continúa siendo el lugar donde el Mediterráneo parece eterno. Las casas de pescadores, el reflejo del agua y su calma eterna… allí donde la gamba roja y el pulpo nunca supieron tan ricos. A Dénia la domina el mar y su castillo, y por encima de ambos el omnipresente Montgó y su parque natural. Mi plan favorito es perderme entre las casas de colores del barrio Les Roques o caminar hasta la Cova Tallada desde la playa de Les Rotes.

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Cullera

Si llegas a la ciudad de Alicante y es el 24 de junio, no te pierdas las hogueras de la Nit de Sant Joan. A finales de mes podrás ver el Ajedrez Viviente de Jábea/Xàbia (declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional), en la que niños y niñas de entre 6 y 14 años escenifican una partida viviente de ajedrez. Siempre quise ser reina, pero me temo que a mí me tocaría hacer de peón.

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Alicante

Llegados a este punto, os recomiendo acercaros a la cala del Portixol, cuyas casitas de pescadores con fachadas blancas y puertas pintadas de azul se han convertido (otro año más) en uno de los lugares más instagrameados del Mediterráneo. Desde allí puedes alcanzar Altea, y perderte en sus calles encaladas, para ser la inspiración de algún artista durante una cuarta noche. O si lo prefieres, puedes encontrar todos los colores de la paleta que te falten en las fachadas del pueblo de Villajoyosa y hacerte con una onza de chocolate mientras saboreas el camino hasta Alicante.

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Alicante

Por último, te invito a que saludes a los palmerales de Elche hasta llegar a Santa Pola y ver allí una puesta de sol desde su faro. Veremos a lo lejos la Isla de Tabarca, refugio de los piratas berberiscos en los s. XV y XVI y hoy la única habitada de toda la Comunitat.

¿Nadie te avisó de que la Comunitat Valenciana estaba llena de tantas tentaciones? Pues ya tienes ruta de norte a sur para descubrir todos los tesoros que no sabías que te estabas perdiendo.


Fuente: Houdinis

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