Un planeta llamado Almería – Houdinis

Hay un planeta que no requiere de nave espacial para viajar, sólo un coche, un avión y tus ganas de perderte. Un mundo donde los antiguos cerros volcánicos contienen playas de un azul superlativo, las sirenas cantan bajo antiguos faros y las casas encaladas lucen envueltas en chumberas. El geoparque de Cabo de Gata – Níjar supone el perfecto diálogo entre mar, tierra y cielo, entre visitantes y destinos de otra galaxia. La tranquilidad cósmica comienza en pueblos como San José y Aguamarga, con sus boutiques emplazadas en patios mediterráneos, restaurantes donde saborear el mejor gallopedro o callejuelas encaladas salpicadas de los colores de la buganvilla. 

Pueblo de San José
San José

Si te quedas en San José, nada mejor que zambullirse en las playas de los Genoveses y Mónsul, la cual invita a quitarse el pareo. Llegar hasta la Cala de los Amarillos bordeando acantilados épicos, adivinar la filosofía de vida bajo un techo de cañizo que protege un chambo en mitad del paisaje o hacer la croqueta en una enorme duna. Si lo tuyo es el trekking,  caminar hasta Cala San Pedro desde Las Negras te llevará tan solo una hora de trayecto entre panorámicas de infarto y un azul ensoñador. Lanzarte a lo desconocido, tomar una limonada fresquita a la vuelta y dejarte llevar por un nuevo tipo de liberación que sólo conocen las pitas y las casitas blancas. 

Cristales de yeso en Geoda de Pulpí
Cristales de yeso

Estampas de un verano retro, eterno, que suponen el mejor preámbulo a una ruta por las mejores playas de Almería y escenarios donde el astroturismo y el geoturismo invitan a soñar sin mover demasiado los pies de la Tierra. Un buen ejemplo si te quedas en la zona más popular de Cabo de Gata consiste en visitar las Minas de Oro de Rodalquilar. Un complejo abandonado en el pueblo homónimo y cuya extracción del alumbre atrajo durante siglos a las culturas del Mediterráneo, desde bizantinos hasta piratas berberiscos. Curiosamente, el origen de estas minas se corresponde con la antigua actividad volcánica de la zona, entre cuyos recuerdos encontramos la caldera de Rodalquilar, también visitable. Como guinda, el Mediterráneo siempre aguarda al final de una excursión, siendo la zona de El Playazo es ideal para estrenar las gafas de buzo en fondos marinos salpicados de arrecifes y estrellas de mar. 

Desierto de Tabernas, Almería
Desierto de Tabernas, Almería

Pero esto es sólo el principio. Los paisajes lunares de este rincón de Almería te proponen un baile con las estrellas y una inmersión en un brillante centro de la Tierra. La Geoda de Pulpí es uno de los últimos descubrimientos del área y supone un viaje entre cristales de yeso cuya transparencia revela mensajes ancestrales. Esta es la segunda geoda más grande del mundo – la primera está en Chihuahua, en México, y no es visitable – y fue inaugurada en verano de 2019 tras años de trabajo e investigación. Al volver a la superficie quizás confundas los aviones en el cielo con el Halcón Milenario, algo que suele suceder cuando te asomas al Planetario y Observatorio de Serón, un icono del astroturismo a extender con una estancia en alojamientos Starlight como Posada El Candil, en Filabres; o Wecamp Cabo de Gata, en Las Negras.

Salinas de San Miguel de Cabo de Gata
Salinas

Si alguien te dice que estás cerca del mayor observatorio astronómico de Europa Continental, no iba mal encaminado. En la Sierra de los Filabres, Calar Alto reluce como un faro a otras galaxias, con sus enormes telescopios y deseos flotantes entre las estrellas. Clint Eastwood tampoco anda lejos, rodando su próximo western en el Desierto de Tabernas, cuna cinematográfica que una vez enamoró a otros actores como Harrison Ford, Arnold Schwarzenegger o Sophia Loren. No es para menos: al borde del mayor desierto de Europa, la playa fósil de Sorbas y el arrecife fósil de Cariatiz aún contienen poemas encriptados en un subsuelo de brillantes cristales de yeso que datan de miles de años. En esta área, en su karst y siguiendo los indicios del Río Aguas, encontramos kilómetros de cuevas y grutas modeladas por el agua que esconden un secreto, una sensación nueva en mitad del silencio.

Seguir la estela de las Vía Verde hasta Lucainena de las Torres, o la del Hierro en el Valle del Almanzora, es hacerlo a través del rastro minero, el mármol de Macael y las
vías ferroviarias. Hacerte con una jarapa, probar la cuajadera de pescado y proseguir de
vuelta al mar haciendo un alto en la Sierra Cabrera, con sus arrecifes fósiles y
sedimentos de la Bahía de Almería, puerta de entrada a deltas submarinos en ramblas y
lagoons fascinantes. Y emerge una cola a lo lejos rumbo al
Arrecife de las Sirenas, un monumento natural cuyo nombre obedece al canto de las antiguas focas monje, confundidas por los marineros con la protagonista Ariel de la película Disney. Un entorno épico donde los cielos revelan el curso de un flamenco, tan rosa como las Salinas de San Miguel de Cabo de Gata, sitio RAMSAR donde se concentran más de 80 especies de avifauna, entre ellas avocetas, gaviotas y ánades.  A unos pocos kilómetros, las salinas abrazan el pueblo que bautiza el paraíso, digno de una futura entrega de Dune. La brisa trae el canto de viejos marineros, el ronquido de volcanes dormidos y la certeza de haber llegado a algún lugar donde otras constelaciones besan la Tierra. 

vistas lucainea de las torres

En Almería existe otro planeta que revela formas únicas y playas donde podríamos quedarnos a vivir bajo un techo de cañas y ramas secas. El mejor espejo del sol, las estrellas y los caprichos de la luna. De todos los deseos que la Tierra acumula en su memoria. 

 

Con la colaboración de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. Cofinanciado con el Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020″.


Fuente: Houdinis

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