La ermita de San Antonio de la Florida es una de las joyas artísticas y arquitectónicas más desconocidas de Madrid
Un ejemplo del neoclásico capitalino, por fuera, y lienzo de los mejores frescos de Goya y tumba del genio aragonés, por dentro
Se trata, además, de un lugar vivo y abierto a la ciudad que acoge eventos y cada año rememora la tradición de las modistillas decimonónicas en busca de amor
¿Qué relación pueden tener el río Manzanares, un misterio en torno a los restos de un genio de la pintura universal y unos alfileres? La respuesta a este acertijo a medio camino entre un chiste de Gila, un juego de escape y una pregunta de quesito marrón de Trivial nos lleva a una de las joyas secretas de la ciudad de Madrid, la ermita de San Antonio de la Florida.
Situada a la altura del número 5 de la glorieta del mismo nombre, en la zona de Madrid Río, la ermita es un pequeño templo museo dedicado a San Antonio de Padua, uno de los santos católicos más populares, al que se atribuye un buen número de milagros. Se considera la única superviviente de las tres ermitas dedicadas al franciscano lisboeta que hubo en Madrid en el siglo XVIII.
A pesar de su riqueza artística y arquitectónica, es uno de los museos municipales menos conocidos por madrileños y turistas, ajenos a los tesoros que alberga y al hecho de que traspasar sus puertas significa realizar una incursión única (y gratuita) en el universo de Francisco de Goya y Lucientes.
Una joya, en definitiva, que forma parte de Patrimonio Nacional, enmarcado en el Conjunto Histórico del Palacio Real de Madrid, y que fue declarada Monumento Nacional en 1905.
Ejemplo de neoclásico madrileño y pinacoteca secreta
Al hablar de la ermita, y para que nadie crea que ve doble, hay que avisar de la existencia de dos edificios gemelos situados a escasos metros el uno del otro. El primero en construirse y, por lo tanto, el original del siglo XVIII que ha quedado como museo, es la ermita situada más a la derecha, si nos colocamos de espaldas al río. Se reservó la réplica moderna, finalizada en 1928, al culto y los servicios parroquiales.
La construcción de esta primera ermita tuvo lugar a petición de Carlos IV en 1792 y su diseño corrió a cargo de Felipe de Fontana, que finalizó el trabajo en 1799. El resultado es considerado, a día de hoy, como uno de los mejores ejemplos de neoclásico madrileño.
Si su exterior, de elegantes proporciones clasicistas, con una gran cúpula central con linterna, una fachada adornada con pilastras resaltadas y un gran frontón triangular, es un referente artístico, su interior tiene poco que envidiarle.
Una planta de cruz griega, una cúpula sobre pechinas situada sobre el crucero, altares de estuco italiano rematados por esculturas de ángeles de José Ginés, cuadros de Jacinto Gómez Pastor representando a la Inmaculada con San Carlos Borromeo y San Fernando, o a San Luis con San Isidro, un Cristo de marfil y carey del siglo XVIII, o la magnífica lámpara de bronce dorado del orfebre de palacio Domingo Urquiza que preside la nave central, son la antesala del éxtasis.
El plato fuerte: una capilla sixtina firmada por Goya
En el cielo del templo se alza, majestuoso, un conjunto mural a base de frescos firmado por Goya que llena de vida este pequeño santuario y que constituye una de sus obras maestras.
Con sus trazos, el genio aragonés representó escenas de angelotes, el momento de la Adoración de la Trinidad, y el Milagro de San Antonio, a quien se atribuía el hecho de haber resucitado a un hombre; escena que Goya eligió para coronar la cúpula del templo. También quiso reflejar en sus pinturas el ambiente festivo y castizo de la histórica romería de Madrid, celebrada en honor a San Antonio de Padua cada 13 de junio.
Debido al trasiego de fieles y al humo de los cirios, estos frescos comenzaron a deteriorarse y a cundir la preocupación por su conservación, lo que llevó a encargar al arquitecto Juan Moya Idígoras la construcción, en 1926, de una réplica del edificio a la que trasladar el culto. Además, entre 1987 y 2005 se llevaron a cabo tres campañas de rehabilitación del edificio original y de restauración de los frescos, que hoy vuelven a lucir en todo su esplendor.
Un mausoleo y un misterio que trae de cabeza
Francisco de Goya y Lucientes murió en 1828 en Burdeos. Tras un largo periplo diplomático para repatriar sus restos desde su primer enterramiento en la localidad francesa, el 29 de noviembre de 1919 fue inhumado en esta pequeña ermita madrileña con un acto solemne al que asistieron representantes de la Casa Real y del Gobierno del momento.
Aunque el autor de los frescos esté enterrado en una tumba a los pies del altar mayor y bajo la imponente obra que realizó y que le acompañará para la eternidad, nadie podría garantizar que su descanso sea pleno y gozoso, al carecer sus restos de la parte más importante de la anatomía del genio: su cabeza.
El misterio nunca resuelto de la desaparición del cráneo de Goya en el cementerio francés y su lógica ausencia en su mausoleo posterior en San Antonio de la Florida, no hacen sino añadir atractivo a un tesoro patrimonial que constituye una parada imprescindible para los amantes del arte y la cultura.
San Antonio o el amor prendido con alfileres
La ermita de San Antonio de la Florida es un lugar vivo y abierto a la ciudad en el que se llevan a cabo actividades como concursos de pintura y se honran tradiciones como la de los trece alfileres que comenzaron las modistillas madrileñas del siglo XIX.
Cada 13 de junio, en honor al santo portugués, Madrid celebra una misa mayor en el templo gemelo (actual parroquia), se bendicen los tradicionales panecillos del santo, se venera la reliquia de San Antonio y su imagen se lleva en procesión por las calles.
Y como la fe y el amor no están reñidos, como parte de las celebraciones, las mujeres que buscan pareja se encomiendan al santo de los milagros con un ritual que consiste en depositar trece alfileres en una pila de agua bendita (antiguamente en el vestíbulo de la ermita) y poner su mano encima de ellos. La tradición indica que, al retirarla, el número de alfileres que se mantenga pegado sobre la palma indica el número de pretendientes que esa joven tendrá durante el año venidero.
Acceso gratuito y horarios de visita
El acceso a la ermita de San Antonio de la Florida es gratuito. Por norma general, puede visitarse de martes a domingo de 9:30 h a 20 horas. Del 15 de junio al 15 de septiembre, el museo tiene horario de verano y abre de martes a viernes de 9:30 h a 14 horas y de 15 h a 19 horas; sábados y domingos de 9:30 h a 19 horas. El último pase de visita es 20 minutos antes del cierre.
Los lunes (incluidos los festivos) y los días 1 y 6 de enero, 1 de mayo, y 24, 25 y 31 de diciembre, permanece cerrada.
Más información sobre la visita a San Antonio de la Florida.