Gran Canaria te estaba esperando

Dicen que nuestro entorno exterior refleja el interior. Las plantas verdes o tristes, los libros desordenados o perfilados en la estantería. Tus relaciones, las energías, la luna melancólica en las noches solitarias. Sin embargo,  en tu caso, dentro de ti existe un verano que llevaba meses deseando salir, liberarse, deleitarse con tantas posibilidades. Gran Canaria bien lo sabe y no se limita a compensarte, sino que supera las expectativas. Es lo que tiene ser una isla-continente, donde dunas, volcanes, palmeras, playas, pueblos, gastronomía y estrellas forman un combo ganador capaz de evocar todos los veranos posibles.

Mogán Gran Canaria
Mogán

No es un espejismo, es el oasis. Lo descubrirás al llegar a las Dunas de Maspalomas, icono de Gran Canaria, y enlazar con algunas de las playas más espectaculares de Europa: los días familiares en Playa de Amadores, o en la icónica Playa del Inglés. Recorrer el paseo de la playa urbana de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, para descubrir a los pescadores que aún arrancan moluscos de las rocas para preparar deliciosos guisos en las tabernas del barrio marinero de San Cristóbal. Y escribir VERANO en la arena de la Playa de las Meloneras o experimentar tu lado más salvaje e inaccesible en la Playa de Güi Güi, en la Aldea de San Nicolás, al oeste de la isla. 

Dunas de Maspalomas
Dunas de Maspalomas

En la costa norte, las Palmas de Gran Canaria te guía entre los secretos del Castillo de la Luz y sorprende con su Catedral- Basílica de Santa Ana y el mercado de Vegueta. Aunque si eres más de pueblos, nada mejor que perderse por Teror, cuna de la Virgen de los Pinos y un laberinto de callejuelas de colores capaces de pintar cualquier alma gris. Salirte del contorno y empezar de cero a través del llienzo en blanco que forman las casitas encaladas del pueblo de Agaete, o dejar al mar silbar en tu alma al pasear por Arguineguín, pueblo pesquero y uno de los más bellos de la isla. Explorar Mogán, la “pequeña Venecia” de Gran Canaria y tomar un helado entre nubes de buganvilla y callejuelas de casas blancas mientras allí, a lo lejos, las montañas prometen un poema escarpado y desconocido. Y volverse festivo en Arucas, la capital del ron con el mejor brindis. Vivir el presente entre los dracos y callejuelas icónicos de Telde.  Porque en Gran Canaria, existe un pueblo para cada sentimiento. 

Agaete la sorrueda

Y reconfortar cualquier estado con su gastronomía: más allá de las papas con mojo y otros iconos foodie de Gran Canaria, la isla afortunada deleita con recetarios a base de berros y ajo, pimentón y cilantro, carnes y legumbres. Ojo al sancocho, o la perfecta combinación de pescado salado hervido con batata, papas sancochadas, mojo verde o rojo y servido en una cazuela de barro. La humildad y sabor de un rancho canario – potaje de papas -, o una ropa vieja a base de carne de vaca al estilo estofado acompañada de garbanzos, hierbas y verduras. Platos honestos que confirman la diversidad de la isla y añaden sazón a cualquier experiencia. 

Mirador tejeda nubl

El verano se libera, ya lo notas. Y flotas, dejando atrás las playas y dunas, todo lo que te contaron, para ascender a las alturas de una isla donde las montañas reservan paisajes naturales alucinantes. El mar de pinos busca acariciar el mar desde su nacimiento en el centro de la isla – el mirador del Balcón es el mejor testigo -, y en el Cenobio de Valerón descubrirás los antiguos “almacenes” de los aborígenes de la isla en un entorno único. Buscar los secretos de la Caldera Bandama, un cráter de vegetación alucinante; perderse entre los bosques de laurisilva de los Tilos de Moya o volver a enamorarse frente al atardecer de Agaete

Tilos de Moya, Gran Canaria
Tilos de Moya

Y finalmente, cuando ya pensabas que nada podía sorprenderte, se despliega el Roque Nublo, el destino que haría los ojos chiribitas a cualquier amante del trekking. Solo entonces descubres los cielos Starlight de Gran Canaria, cuya escasa contaminación lumínica descubre un firmamento de posibilidades donde quedarse al anochecer y comprobar el resultado de nuestra transformación. El exterior refleja el interior y, allí arriba, mientras miras a las estrellas, descubrirás que tu corazón estaba lleno de tantos veranos. Tantos  deseos. 


Fuente: Houdinis

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