Los hoteles cápsula se expanden por Madrid y el último va a abrir en Malasaña: «Es como un albergue pero premium»

Un antiguo almacén de Zara junto a la Gran Vía está a punto de reabrir estos días como el primer hotel cápsula de Malasaña: 82 habitaciones encajadas en un local de 516 metros cuadrados de la calle Puebla que aspira a revolucionar el sector del alojamiento barato en el centro de Madrid. La antigua fachada negra de los bajos del número 7 de la calle se ha tornado blanca -con las letras Optimi Rooms destacadas- transformando este espacio en un sitio futurista con varias estancias distribuidas en dos pisos, unidos por un ascensor tubular que parece recién salido de una película de ciencia ficción.


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Al lugar se llega después de cruzarse con el barroco de San Antonio de los Alemanes en la esquina con Corredera y con las meretrices de la calle Ballesta. Cuando cruce la puerta, el viajero tendrá la sensación de encontrarse en un espacio aislado del mundo, gracias a su decoración poliédrica y a la ausencia de vistas al exterior que sirvan de referencia. Ecos vegetales, lineales LED y tonos blancos completan la estampa del interior, perfecta para cualquier posado en Instagram.

Técnicamente Optimi Rooms tiene licencia municipal de hostel, un tipo de alojamiento turístico compartido caracterizado por sus literas en habitaciones compartidas por varias personas. Sin embargo, el concepto va más lejos: “Estamos a medio camino entre un hostel y un hotel”, explica Iñaki, uno de los fundadores. “Queríamos ir más allá, dar al lugar un aspecto premium, no solo por el aspecto sino también por las comodidades”, añade su socio Iker en conversación con Somos Malasaña.

Iñaki e Iker son los responsables de haber traido a España el concepto de hotel cápsula, un invento japonés que nació pensando en los oficinistas de Tokio que se tenían que quedar a pasar noche lejos de casa y que necesitaban un alojamiento barato y funcional, exclusivamente para dormir y volver a trabajar al día siguiente. Pero estos dos emprendedores de Bilbao creyeron que la idea podría tener cabida en su ciudad natal y en 2019 abrieron allí el primer cápsula del país, cerca de la estación de autobuses y con un enfoque más centrado en el turismo. Su negocio sobrevivió a la pandemia y, tres años después, están a punto de desembarcar en Madrid.

El funcionamiento del nuevo local de Malasaña es similar al de cualquier establecimiento hotelero: el check-in comienza a las 13.00 y la salida se fija a las 11.00 del día siguiente. El servicio incluye acceso a una zona de taquilllas -se abren con tarjeta sin contacto, al igual que las cápsulas-, a otra estancia con baños y cambiadores, además de poder usar zonas comunes para comer o charlar. Pero el elemento estrella son las cápsulas, muy diferentes a las literas de un hostel debido a que están separadas del resto de zonas, a su mayor privacidad (visual) gracias a su puerta de cierre y a las comodidades que aguardan en su interior.



Dispuestas en dos pisos, estos contenedores reproducen la estética futurista del lugar con varias intensidades para la luz y un original espejo circular. Cuentan con televisión (se escucha mediante auriculares) para conectar a diferentes cuentas de streaming, aire acondicionado, una pequeña caja fuerte, cargadores y conexiones varias. Su tamaño va desde los 1,20 x 2 metros para las cápsulas individuales y los 1,80 x 2 metros para las dobles, con un colchón cubriendo todo el suelo. La sensación de estar dentro no es agobiante, ya que su altura permite estar sentado sin chocar la cabeza con el techo.

El orden y el silencio, las claves

A estas alturas de la descripción, al lector le asaltarán dudas sobre cómo de tranquilas pueden ser las noches en este lugar, que no es una habitación individual de un hotel. Como en todos los albergues, la quietud de la estancia depende de la mesura de los huéspedes. “Entre las cápsulas hay panel de insonorización”, puntualiza Iker Caballero mientras revisa los últimos ajustes de las habitaciones antes de la apertura. “Esto es una zona de descanso, aquí no puede venir nadie y ponerse a gritar, la gente suele ser muy respetuosa”, añade mientras explica las normas básicas con las que intentan gobernar el hostel.

La primera y la más importante es el silencio (se permiten susurros como máximo en las habitaciones) para que las cápsulas sirvan para descansar, la segunda es que dentro de los habitáculos no se puede comer ni beber (especialmente alimentos que desprendan olor) y la tercera es que solo pueden entrar al hostel los clientes registrados. También está prohibido fumar.



Un vistazo a las reseñas de Optimi Rooms en Bilbao -bastante positivas, un 4 con más de 500 opiniones en Google- permite comprobar que la amabilidad del personal es uno de sus puntos fuertes y el silencio es fuente de la gran mayoría de las quejas: “Para pasar una noche y hacer unas fotos esta bien, para dormir y descansar mejor evitar este sitio”, afirma uno de los que resume las reviews de sus clientes más críticos. “Hay que saber donde te metes, la gente suele respetar el ruido pero existe el riesgo de tener vecinos ruidosos y molestos”, advierte otro.

¿Cuál es el público potencial de estos lugares? Aunque pudiera pensarse que los alojados tienden a ser gente joven, el Optimi de Bilbao cuenta con el grueso de sus clientes entre los 22 a los 55 años, con bastantes en la cincuentena y que definen como “dinámicos”. La mayoría se quedan una o dos noches y utilizan el alojamiento básicamente para dormir mientras visitan la ciudad. El 60% son extranjeros. “Aquí puede ser el 70% o incluso más”, calcula Iker.

La inspiración vino de Japón, pero su modelo es “menos frío” que allí, explican. Las cabinas dobles son impensables en el país nipón, donde los hoteles cápsulas están divididos por sexos y en una misma estancia no se cruzan chicos con chicas, a veces ni siquiera en el mismo piso del alojamiento. Pero en Europa no existen estas diferencias. Los habitáculos son también más grandes que en Asia, donde los espacios se miden al milímetro: “Probándolos allí estuve en sitios en los que pensaba que si su cápsula la llevaba a España iban a pensar que era una lavadora”, bromea Iker.

Los cápsula, tendencia en Madrid

Entre las citadas reseñas de Google también hay entusiastas: “SON EL PRESENTE/ FUTURO de las opciones hoteleras”, afirma uno de los más vehementes. Cuenta Iker, economista de formación, que la idea les surgió a él y a su socio viendo un documental japonés en el que uno de los protagonistas acababa durmiendo en un hotel cápsula: “Vimos la funcionalidad. Me gustó mucho la idea de entrar en un sitio para dormir, en el centro de la ciudad, con más privacidad que una litera. Pensé que yo sería público potencial de este tipo de servicios y nos dimos cuenta de que no había nada así en España. Así que decidimos lanzarnos”.

Aunque Optimi fueron los pioneros en España, a la capital han llegado útimamente otros cápsula con un planteamiento similar. Es el caso de Oxygen Hostel, cerca de Atocha, o los Modular Room y Art Seven Hostel junto a Tirso de Molina. Todos cuentan con habitaciones individuales en el entorno de los 30 € y dobles a partir de 40 €. Las literas contra las que compiten en los hostels tradicionales ofrecen literas desde 16 euros. Los hostales de la zona no bajan de 50-60 €.

“El punto fuerte de Optimi Rooms es estar alojado en el centro de la ciudad por un precio más barato que un hotel o un hostal, y que ese dinero lo puedas destinar a ir de fiesta, de restaurante o de compras. No es tan económico como unas literas, pero casi”, explica Iker, cuya empresa -Merry Widow 44- presentó el proyecto de reforma al Ayuntamiento de Madrid en verano de 2021. “Al principio nos lo miraron con lupa, pero cuando vieron el proyecto y la funcionalidad, se dieron cuenta de que al final no deja de ser como un albergue pero premium, es llevar el albergue a otro estadio”, asegura.

¿Son las cápsulas el futuro del alojamiento en el centro de las urbes? Estos dos emprendedores vascos creen que funcionan bien y ya estudian expandirse a otros lugares de España. “La gente hace escapadas de dos o tres días y este sitio es ideal para ese tipo de viajes, sobre todo en grandes ciudades”, explican. Tanto que en su página web ofrecen franquiciar el negocio explicando que cuentan con la exclusiva para un modelo de cápsula más grande que las habituales, fabricadas en China a medida para sus hostels, en los que afirman que se puede vivir “toda una aventura especial e incluso espacial”.



Fuente: elDiario.es – Somos Malasaña

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