Viaje (de) interior en Aragón

Llevas tiempo escuchando la voz que susurra por un viaje interior, la reconexión, lo zen. Ya sabes, avanzar por un prado mientras tus manos acarician las espigas, escuchar lo que tienen que decirte las cumbres nevadas o fomentar el slowdriving, o el arte de circular por paisajes que nutren el alma. Aragón bien lo sabe y aguarda bajo un aura que ni la del templo más remoto del Nepal. El truco: elegir bien tu próxima meditación viajera.

Órganos de Montoro

Te sugerimos el Parque Natural de los Valles Occidentales, o “Valles Tranquilos” para los amigos. Praderas tan amplias que podríamos nadar en ellas y cielos donde las estrellas fugaces se pelean por llevarse todos tus deseos. Adentrarse en busca de los secretos de la Selva de Oza guiados tan solo por el rumor de un río. Alcanzar el Valle de Aguas Tuertas, o la cara B del Pirineo Aragonés, hasta llegar al Castillo de Acher, con su silueta inconfundible y rodeado de urogallos. El canto de las ranas pirenaicas te guía por el Valle del Aragón Subordán, el cual acoge la mayor concentración megalítica de la comunidad, surcada por una calzada romana. Miremos hacia el cielo para empaparnos de las resonancias sonoras como nueva forma de renacer. 

Calomarde

Zaragoza se siente más tuya cuando nos adentramos en el entorno de El Moncayo, donde la cultura pop regala la famosa pintura del Ecce Homo de Borja. Quizá haya que superar el impacto con un buen vino en la Ruta de la Garnacha y cabalgar por las historias que envuelven localidades como Tarazona y Veruela, donde aún late la Leyenda de los Tres Gigantes. Según cuentan los pastores del cercano pueblo de Los Fayos, en esta zona se refugió el gigante Caco, el cual vivía en una cueva donde almacenaba todos los objetos que robaba.

Pinares del Rodeno

Por último, no nos olvidamos de los Montes Universales, cuna donde nace el río Tajo hasta morir en el Atlántico. Este paraíso natural en Teruel se disfruta mejor a través de una jornada de slowdriving entre pueblos de colores pastel, comunidades prehistóricas y su arte rupestre declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Comenzamos en Peracense y acabamos en el icónico pueblo de Albarracín a través de un recorrido que desvela nuevos ecos, ¿qué tendrá esta tierra que te conoce mejor que tú? Eso sí, en este viaje (de) interior no pueden faltar las paradas para descubrir las setas de la tierra, el buen queso y un jamón de Teruel que se deshace en la boca.

Castillo Peracense

Has obtenido muchas respuestas hasta llegar aquí y abrazarte. Porque viajar a Aragón supone la mejor forma de reconexión y de potenciar nuevos sentidos, dejando atrás todos los problemas que el gigante Caco se ha llevado a su cueva para siempre.


Fuente: Houdinis

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