Cómo lidiar con personas tóxicas en el trabajo antes de hablar con Recursos Humanos

Hoy, un tema mal comprendido y peor gestionado, cómo lidiar con personas tóxicas en el trabajo, o en cualquier otra situación en realidad. Probablemente, esta es una de las habilidades más útiles para el día a día porque, como la muerte o los impuestos, esta clase de personas parecen inevitables.

Por eso, vamos a ver las mejores estrategias para que no nos arruinen la existencia o la carrera profesional. Como siempre, examinaremos lo que se ha demostrado que funciona, obviando consejos que suenan bien, pero funcionan mal.

Empezamos con estrategias fundamentales en general y luego matizaremos, ya que, como vamos a ver, no todas las personas tóxicas son iguales y requieren estrategias de afrontamiento diferentes.

Del mismo modo, a veces son compañeros de trabajo, a veces son clientes y a veces será el jefe. Por eso no podemos aplicar el mismo rasero porque, como ya vimos, el juego de poder y ascensos cuenta demasiado cuando hablamos de carrera profesional.

Reglas básicas para gestionar a personas tóxicas en el trabajo

Robert Sutton es profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford y, aunque pueda parecer curioso, se ha dedicado a estudiar estos comportamientos, ya que la oficina es ecosistema natural de todo tipo de antisociales y gente poco recomendable.

Algunas de sus principales conclusiones están recogidas en el excelente libro The Asshole Survival Guide: How to Deal With People Who Treat You Like Dirt (La guía de supervivencia contra imbéciles: Cómo lidiar con gente que te trata como basura), cuyo título ya lo dice todo.

Y cuando se trata de personas tóxicas en el trabajo, debemos emplear las siguientes estrategias generales:

1. Aléjate de la persona tóxica

Mujer sentada en el trabajo al lado de tres compañeros tóxicos que la desmoralizan hasta acabar derrotada

Según datos de Michael Housman, de HiQ Labs, se descubrió un efecto de densidad tóxica por la cual, si pones a un trabajador tóxico cerca de uno «normal», las posibilidades de que este se vuelva tóxico se duplican (112% era el aumento de probabilidad que midieron).

De hecho, el efecto también se da al revés y dónde te colocas en la oficina tiene una gran influencia, también positiva.

Es más, ese efecto positivo es mayor que el tóxico. Por eso, si tienes competencia en lo de ser bueno, no la evites, júntate y subiréis todos más rápido.

2. La fuerza del grupo

Sutton entiende que, muchas veces, no puedes aplicar lo ideal, que es alejarte del radio de acción de la nube tóxica que desprenden algunos. Por eso, si ese comportamiento no es solo contigo, busca a los otros afectados y haz piña.

De esa manera, además de poder aliviar presión rajando, podéis tratar de gestionarlo mejor entre todos, ya sea a la hora de turnarse para recibir una bala por el equipo o a la hora de poner límites.

3. Si es un jefe, gánate la confianza de sus más cercanos

Muchas veces, el insoportable es nuestro superior y las dos estrategias anteriores resultan muy limitadas. En ese caso, solo queda mitigar y la mejor manera es la de ganarte la confianza de quienes trabajan cerca del jefe tóxico, como el asistente personal, la secretaria, etc.

Esa persona nos podrá guiar sobre si hoy está de peor o mejor humor, por ejemplo, de manera que alguna mina podremos evitar, o bien podremos presentarle ciertas cosas cuando esté de mejor humor. Y de nuevo, hacemos grupo y aliados contra el tóxico, algo fundamental.

4. Practica la reevaluación

Trabajador meditando ante su ordenador, la reevaluación y el cambio de narrativa puede ser una técnica efectiva para lidiar con personas tóxicas

Como seguramente no podrás evitar la oficina, Sutton habla en sus estudios del uso de la técnica de «reevaluación» de la terapia cognitiva.

Para los que no la conocen se trata de reinterpretar de una manera más constructiva una situación negativa.

Una de las maneras principales es empezando por cambiar el lenguaje. Así, una crisis es un desafío, algo frustrante es un puzzle que resolver y el jefe no es insoportable, solo un niño malhumorado.

Cito a Sutton:

Los psicólogos sociales y otros investigadores han demostrado que replantear (o «reevaluar») los hechos perturbadores o las experiencias angustiosas desde un punto de vista más positivo, aunque no es una panacea, puede proporcionar alivio. Por ejemplo, si la misma experiencia se presenta como un reto divertido y emocionante, en lugar de como una amenaza angustiosa, puede transformar la forma en que las personas se sienten y responden ante ello.

Esto conecta con lo que ya vimos cuando hablábamos de cómo reducir el estrés, según la ciencia.

La conclusión es que lo mejor con cualquier material tóxico, incluyendo personas, es evitar el contacto, pero también resulta complicado. Por eso, nos guste o no, debemos hacernos unos expertos en gestión de imbéciles. Profundicemos más en el cómo.

Entendiendo los diferentes tipos de personas tóxicas en el trabajo

Compañeros de trabajo discutiendo, las personas tóxicas tienden a expresar emociones exageradas

Las personas tóxicas pueden ser de distintos tipos y su gestión también debe ser diferente. Por eso conviene conocerlos y, para simplificar, veremos 3 clases principales.

Están basadas en las tipologías de William Eddy, experto que, además de haber lidiado con esto como trabajador social clínico, enseña negociación y mediación en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Diego.

Para lo que nos interesa, debemos identificar personas de alta conflictividad y la pista para localizarlas es el comportamiento extremo: enfado extremo, pero también «amor» extremo o encanto extremo pueden ser señales de alarma.

Los 3 tipos que nos interesan sobre todo son:

  • Los tóxicos límite: un clásico donde el victimismo siempre está presente. Te hacen sentir pena y empatía, porque su vida siempre está hecha escombros, aunque no dirán que ellos son la bola de demolición. Son frustrantes y quieres gritarles si no ven que están en el centro de todo y repiten los mismos patrones.
  • Los tóxicos antisociales: identificables por el intento de superar el récord de trolas en cada conversación. En general, producen un sentimiento inquietante y de querer alejarte de ellos. Pueden incluso subir de la inquietud a sentirte en peligro en ocasiones.
  • Los tóxicos narcisistas: habituales en la cadena de mando, arrogantes y carentes de empatía. Solo entienden de ganar o perder y poco más les importa. Normalmente, te hacen sentir inadecuado o estúpido a su lado.

En general, todos comparten las siguientes señales por las que reconocer a una persona tóxica:

  • Una tendencia a echar las culpas fuera siempre.
  • Emociones intensas en un sentido u otro.
  • Pensamiento en blanco y negro. Soluciones simples, sentencias de cuñado, generalizaciones simplistas…
  • Conducta extrema o amenazas. No necesariamente físicas, sino, por ejemplo, burlarse o extender rumores. En muchas ocasiones, ni siquiera son conscientes del daño psicológico que hacen.

Cómo gestionar cada tipo de persona tóxica

Persona desactivando una bomba en su mesa de trabajo, algo muy parecido a gestionar personas tóxicas

Lo primero a aprender es no pisar la mina que encierra cada uno porque, en ese caso, nos harán la vida imposible, poniéndonos en el punto de mira.

Según Eddy, estos son los gatillos a no disparar en cada tipo:

  • Los límite temen el abandono. De ahí tanta llamada de atención con sus historias. Si sienten que lo hacemos, nos harán la vida imposible, muchas veces, por la espalda.
  • Los antisociales temen el control. Cuidado con tratar de pelear por él con ellos o se pueden rebelar de maneras horribles.
  • Los narcisistas temen el ridículo y la falta de respeto. Como la provoquemos, podemos decir adiós, sobre todo, porque muchos serán mandos y no perdonarán algo así.

¿Y qué hacemos? En general, este autor recomienda seguir el método CARL:

  • Conectar con atención, empatía o respeto. Hacerlo de la misma manera que nos gustaría que lo hicieran ellos. No menospreciemos y no ignoremos o pisaremos minas.
  • Analizar alternativas y opciones. Ante lo que pidan o digan, ofrecerles alternativas u opciones que no nos pringuen y que le aporten una ilusión de control, especialmente a los antisociales. Si no podemos pensar en el momento, pedimos tiempo. Decimos que nos parece importante y tenemos que meditar qué podemos hacer. Luego pensamos una serie de opciones que no nos resulten gravosas y que decidan ellos.
  • Responder cuando se trata de hostilidad o información falsa. Si eso es lo que ocurre, no debemos ignorar la respuesta nunca o le cederemos todo el terreno de juego al otro. Esa respuesta debe ser: breve, informativa, amistosa y firme.
  • Límites (ponerlos): cuando se trata de pedirnos algo que está fuera de lugar. Esos límites deben ser coherentes y firmes o desplegarán sus trucos: el tóxico límite dará más pena aún, el narcisista exigirá y el antisocial puede desplegar sus encantos de aprendiz de psicópata. Suele funcionar que el límite esté impuesto externamente: «mi contrato, mi jefe, mi cónyuge o mi religión no me lo permiten, lo siento».

Como vemos, no hay magia, ni consejos sencillos que caben en dos párrafos, la vida real tiene la manía de ser así y esto es lo que se ha demostrado que nos da algunas probabilidades de manejar una persona tóxica.

Por supuesto, estamos hablando de personajes con el mismo nivel de poder que nosotros o superior. Si tenemos la capacidad de mando para extirparlos, ya estamos tardando.

Del mismo modo, si la situación es grave y nada funciona, entonces sí, tendremos que hablar con Recursos Humanos finalmente.

American Psycho, la película, gif de Christian Bale con cara inquietante

Y algunos se estarán preguntando: ¿Y los psicópatas en el trabajo? Porque hay verdaderos American Psychos en algunas oficinas.

Los psicópatas son antisociales con el volumen atascado en el máximo en cuanto a ausencia de empatía y una categoría peligrosa en sí mismos. Lo mejor, de nuevo, es la evitación completa, pero, en el futuro, quizá los veamos más a fondo, porque es un tema fascinante.

Fuente: El Blog Salmón

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